jueves, 25 de noviembre de 2010

La Isla de los Inventos.


La importancia de tener ilusiones y sueños...

La primera vez que Lucas oyó hablar de la Isla de los Inventos era todavía muy pequeño, pero las maravillas que oyó le sonaron tan increíbles que quedaron marcadas para siempre en su memoria. Así que desde que era un chaval, no dejó de buscar e investigar cualquier pista que pudiera llevarle a aquel fantástico lugar. Leyó cientos de libros de aventuras, de historia, de física y química e incluso música, y tomando un poco de aquí y de allá llegó a tener una idea bastante clara de la Isla de los Inventos: era un lugar secreto en que se reunían los grandes sabios del mundo para aprender e inventar juntos, y su acceso estaba totalmente restringido. Para poder pertenecer a aquel selecto club, era necesario haber realizado algún gran invento para la humanidad, y sólo entonces se podía recibir una invitación única y especial con instrucciones para llegar a la isla. Lucas pasó sus años de juventud estudiando e inventando por igual. Cada nueva idea la convertía en un invento, y si algo no lo comprendía, buscaba quien le ayudara a comprenderlo. Pronto conoció otros jóvenes, brillantes inventores también, a los que contó los secretos y maravillas de la Isla de los Inventos. También ellos soñaban con recibir "la carta", como ellos llamaban a la invitación. Con el paso del tiempo, la decepción por no recibirla dió paso a una colaboración y ayuda todavía mayores, y sus interesantes inventos individuales pasaron a convertirse en increíbles máquinas y aparatos pensados entre todos. Reunidos en casa de Lucas, que acabó por convertirse en un gran almacén de aparatos y máquinas, sus invenciones empezaron a ser conocidas por todo el mundo, alcanzando a mejorar todos los ámbitos de la vida; pero ni siquiera así recibieron la invitación para unirse al club. No se desanimaron. Siguieron aprendiendo e inventando cada día, y para conseguir más y mejores ideas, acudían a los jóvenes de más talento, ampliando el grupo cada vez mayor de aspirantes a ingresar en la isla. Un día, mucho tiempo después, Lucas, ya anciano, hablaba con un joven brillantísimo a quien había escrito para tratar de que se uniera a ellos. Le contó el gran secreto de la Isla de los Inventos, y de cómo estaba seguro de que algún día recibirían la carta. Pero entonces el joven inventor le interrumpió sorprendido: - ¿Cómo? ¿pero no es ésta la verdadera Isla de los Inventos? ¿no es su carta la auténtica invitación? Y anciano como era, Lucas miró a su alrededor para darse cuenta de que su sueño se había hecho realidad en su propia casa, y de que no existía más ni mejor Isla de los Inventos que la que él mismo había creado con sus amigos. Y se sintió feliz al darse cuenta de que siempre había estado en la isla, y de que su vida de inventos y estudio había sido verdaderamente feliz.

Todo...con ilusión!



Tener ilusión es una de las sensaciones más hermosas de la vida. La verdad es que vivir con ilusión la mayoría de las cosas de la vida es muy divertido. Nos garantiza iniciarlas con fe en nosotros mismos, con entusiasmo y alegría. La mayoría de las cosas importantes no pueden hacerse sin ilusión y si carecemos de ella, se apodera de nosotros la desgana y la apatía. Creemos firmemente que hagamos lo que hagamos y digamos lo que digamos, hay que hacerlo creyendo en uno mismo, en nuestras palabras, como si en cada una de ellas se nos fuera la vida.

martes, 23 de noviembre de 2010

hola bloggeros¡¡¡

¿Qué tal estaís??? ya veis que hace algún tiempo que no andamos por aquí pero hemos estado un poco liadas. ¿Nos habeís echado de menos? jaja Bueno pues aquí seguimos aprendiendo cada día cosas nuevas que esperamos aplicar pronto. Bueno amigos ¡¡hasta la próxima!!